sábado, 23 de abril de 2011

"El fin de la inocencia" (Mi primera vez)

Durante años me dediqué a imaginar con quién, cómo, dónde y cuándo sería mi primera vez. Fabriqué miles de historias diferentes en mi cabeza, la curiosidad y el miedo a qué llegara ese momento siempre aparecían en mi mente sin previo aviso.
Nunca me arrepentiré de "mi primera vez", siempre la recordaré y siempre tendrá vida dentro de mí por mucho tiempo que pase.

Fue una noche de diciembre de hace ya algunos años, recuerdo perfectamente la tensión previa, las mentiras que les dije a mis padres para escaquearme de sus llamadas, recuerdo como tembló mi cuerpo durante todo el día y recuerdo todo lo que sentí...

Nos fuimos a su casa, la habitación fue perfectamente climatizada para ese momento, la luz de las velas hacía de la penumbra algo perfecto, mi inocencia en aquel momento lo maquillaba todo de ternura...
Poco a poco el ambiente se iba calentando, la ropa iba desapareciendo sin ningún tipo de prisa, poco a poco conocíamos nuestros cuerpos, cada curva, cada rincón desconocido, conocimos lo prohibido...
Me ruborizaba todo lo que experimentaba mi cuerpo, la forma en la que me tocaba me llenaba de seguridad, me besaba como nunca, acariciaba mi piel descubriéndola poco a poco, besaba mi cuerpo con pasión y deseo pero en ningún momento olvidó esa ternura que solo me decía "te quiero".
Me sentía rara por estar en esa situación, nerviosa por no saber lo que me esperaba, confiaba en él, sabía que nunca me haría daño, confiaba en su experiencia, le amaba más que a nada en aquel momento.
La vergüenza por presentarle mi cuerpo era mi mayor miedo, un cuerpo que nadie había visto en su madurez hasta aquel preciso instante.

Poco a poco se iba acercando el momento que tanto me asustaba, los nervios se apoderaban de mi mente y de mi cuerpo, la desesperación de no saber que iba a ocurrir me llevaba a la locura...
Él siempre actúo con cuidado, no se precitó a nada, sabía que yo me lanzaba a lo desconocido y lo tuvo en cuenta en todo momento.
Llegó el momento, los nervios me atrapaban, segundos de tensión cuando se puso la "protección", todo se acercaba, ya no podía evitarlo, pero estaba segura del paso que iba a dar.
....poco a poco me quitó la única prenda que quedaba en mi cuerpo hasta quedarme completamente desnuda frente a él, desnuda físicamente y desnuda psicológicamente, pasé de ser la chica fuerte a la que él estaba acostumbrada a ser una tímida inexperta puesta en sus manos...
Recuerdo que estaba tan tensa que fue imposible llegar a la "penetración" de primeras, él me tranquilizó y logró relajar todos mis músculos con su calidez... Antes de hacer nada me preguntó si estaba lista, recuerdo que no pude decir nada, solo afirmar con un movimiento de cabeza.
Noté como la suavidad de su miembro se deslizaba desde el clítoris hasta que encontró mi vagina, sin darme cuenta él entraba poco a poco en mi interior, con mucho cuidado, despacio y sin ninguna prisa, como si tuviésemos todo el tiempo del mundo en nuestras manos...

El dolor inundaba mi cuerpo, pero era un dolor que me gustaba, una sensación muy rara que aparecía en mi vida. Su suavidad me encantaba, él siempre pendiente de mí, con temor a dañarme... al ver mi cara de sufrimiento se detuvo, me preguntó que si paraba pero yo no le paré, quería que continuase, quería seguir viviendo ese momento a pesar de la presión que sentía en mi interior...
En ningún momento aceleró el ritmo, me miraba y yo me ruborizaba, de vez en cuando se acercaba a mí y me besaba con ternura en los labios o en la mejilla muy cerca de la boca.
Poco a poco me acostumbraba a esa nueva sensación, pero quizás estaba demasiado tensa para disfrutar.
Cuando me iba familiarizando noté como despacio, con un cuidado que me ruborizó aún más, salía de mi interior para "explotar" fuera de mí, no se agitó en ningún momento, puedo luchar contra los deseos de un orgasmo para no dañarme, me sorprendíó su delicadeza, su ternura, su paciencia...
Me abrazó con fuerza, como si fuese un bebé en un mundo nuevo, me arropó con una manta y estuvimos así, abrazados, como en otro mundo, me trasmitía amor, fuerza, seguridad, me daba todo lo que necesitaba...

 ¡Era feliz!

No se cuanto tiempo permanecimos en nuestro mundo de dos, me seguía descubriendo como un niño que descubre el mundo y sus lugares. La noche continuó, no volvió a introducirse en mí, nos vestimos poco a poco, la luz volvió a la habitación y la luz de las velas se esfumó.
Pasé una noche maravillosa junto a él, en ese momento solo existía él y yo, creo que esa noche hizo que nos quisiéramos aún más de lo que ya nos queriamos. Aún me ruborizo al recordar esa noche tan intensa, tan larga y a la vez demasiada corta para tantas sensaciones.

Fue mi primer amor, un amor que duró cuatro años y medio y que se acabó porque cada uno pertenecíamos a mundos demasiados incompatibles, todo lo que llegamos a sentir el uno por el otro acabó siendo enfermizo, a pesar de que nos dijimos adiós queriéndonos, a pesar de que siempre estaremos en algún lugar de nuestras mentes, hay cosas que tienen que acabar a pesar de los sentimientos, hay cosas que tienen fecha de caducidad y esta fue una de ellas.

A veces no importa el amor, no importan los sentimientos, hay que saber tomar decisiones cuando las relaciones terminan consumiendo nuestra propia vida, hay que saber decir "adiós" con la razón aunque se nos desgarre el corazón al hacerlo....

2 comentarios:

  1. Ey gracias por pasar por mi blogggg.. muy original e interesante la idea de este blog :)

    seguire pasando.
    besos!!

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  2. Muchas gracias por visitarnos y por ser la primera en comentar nuestro blog!!!

    Muchos besosss

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